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doglife

Tristeza

Tristeza

Los haikus son hoy tristes
sobre la faz del planeta.
Los colores ausentes.
La aletargada música dislocada
fluye en un torrente sobre los desiertos.
La meseta de Leng instalada
en nuestros sueños.
La gente permanece quieta y feliz
en otro subnivel
adormecidos por las amapolas negras
de las cunetas
por el loto negro de Estigia
por las cantidades industriales de desesperación
y estupidez.
Mi lucha against the world.
Revoluciones íntimas y desconocidas.
Enfermos imaginarios.
Imaginación enferma.
Imágenes de las enfermedades imaginarias
e imaginadas.
Evocaciones primordiales
rojos de ira
coraje
bermellones de odio
la esperanza no es lo último que se pierde
verde
lo último
último
la lucidez.
Después ganas la nada
la suspensión de la realidad
la muerte de los deseos,
al más atroz asesinato
se une la vegetación
extraña y diabólica
que hace desaparecer el faro de las Alejandrías inventadas.
Moho negro como la noche de los lobos.
Ojos extirpados.
Zarzas negras que hacen sangrar la mente
de los más débiles

Cuento escatológico "ecologista"

Cuento escatológico "ecologista"

Cerca de un estanque
de aguas cristalinas
vivía un viejo.
Todos los días,
excepto el domingo,
jornada en la que honraba
a la Santa Compaña,
el anciano meaba en el río
y cagaba en la orilla.
Cierta mañana,
mientras hacía de vientre,
una voz le llamó desde el agua.
-¡Viejo, anciano!
Era una trucha arcoiris de formidables colores.
En realidad un hada buena del bosque.
-¿No te das cuenta
que haciendo eso
contaminas el agua
en la que vivo?
El viejo,
limpiando su trasero
con un junco gordo,
le contestó.
-Pues no veo que tú cagues
en una troje.

El viejo esa noche cenó pescado.

FIN

El payaso

El payaso

Julián Jiménez vino a la Redacción por primera vez y dijo que iba a escribir una historia... ésta es:

Un payaso muy bueno casi todos los días iba a trabajar muy temprano el payaso.
Eran unos días muy felices con sus hijos y su familia feliz era muy feliz. Todo terminó en el circo se cayó y se
mató.

FIN
Amén
J. J.

GLOBO ROJO
ANTOLOGÍA DE LA LOCURA


Recopilación de textos de enfermos mentales del Sanatorio de Mondragón,al cuidado de
LEOPOLDO MARÍA PANERO
Editorial Hiperión

El firmamento delator

El firmamento delator

El verano ya es fresco
al caer el sol.
El agua no se calienta en todo el día.
La basura nos llega por el aire
directo a los pulmones
plástico quemado.
La lucha continua atenuada
por las medicinas
las derrotas se cuentan por miles,
las victorias son pírricas
pura rutina de la perla en el ostracismo.

Miro las estrellas claras
las que tanto me ayudaron en su día
y me siguen dando miedo.
Mi padre dice que de pequeño
me asustaba de la luna.
Hoy creo que ya hallé la solución
mirando al cielo estrellado de las noches de verano.
Temo a lo que no se puede explicar
al infinito abismo
que nos reduce
a gusarapos en una gota de agua
a átomos fluyendo en redes cristalinas.
La negrura entre estrellas
antimateria
vacío,
o como demonios se llame,
es tan sobrecogedora
que reduce a Dios
a ruido de fondo
a fugaces ideas concebidas
en el vértice espaciotemporal.

Y así, mirando en la orilla del océano cósmico,
se agotan las cortas horas
que me separan
del viaje.
Y lo que he llamado antes temor
se convierte en seguridad
de los pies sobre la tierra
ardiente y polvorienta,
pues debo temer más del vecino
que de las arañas de Marte.

Cuento de hadas

Cuento de hadas

Los lobos en los parques
asesinan a dulces niñas
la sangre y la melaza
se desparraman por la grava.

La crucifixión de los anhelos

La crucifixión de los anhelos

Dolores en lisiados interiores
alambres
espinos
la dura cuerda de cáñamo
quema la mente
negras pavesas en los cerros
del horizonte
la renuncia.

Paredes abandonadas
los callejones llenos de ortigas
tierra húmeda de lágrimas
por los otros
mirando
ventanas llenas de silicona
y cristales rotos
polvo de tiza en los suelos
la cal se cayó por los rincones.

La memoria se diluye
colándose por sumideros de insectos.
Alimenta los fuegos del infierno
combustible sensiblero
de las ocasiones dejadas al azar
de los hombres
perforadas por aguijones de barro
arcilla borracha de hiel.

La suavidad de tu piel de cordero
contiene lobo áspero
ladrón de sueños
fagocitas las membranas de la ilusión.

Vida en penumbra
arruinada por la crucifixión de los anhelos
Gólgota mineral
montañas de sal
heridas abiertas
blancos montones de tortura.

Kill yr. idols

Kill yr. idols

el sonido de la radial en el patio
acompaña a los sonidos estrambóticos
que fluyen desde un interior
extraño
y recóndito del alma del muerto en vida
del suicida aficionado.
el odio es planteado razonadamente
mecanismos para seguir
en una brecha incómoda
largo sendero
obstáculos en el firme
cieno y miel
como el grupo ese.
destruir lo que más amas no es liberación
es masoquismo
frente al sadismo del cosmos.
otro mecanismo
heredado de los cristianos.
¿para que pasarlo bien si podemos pasarlo mal?
y aún así
las notas que hacen vibrar los huesecillos
las letras que se proyectan en el ángulo curvo del cráneo
y los físicos sudando en lugares remotos
los recuerdos del hipotético pasado
los olores del goce
las intrincadas y rebuscadas ideas
la basura y los grillos.
matar a los ídolos
no es necesario
caen por su propio peso
la gravedad existe aunque no pensemos en ello
los newton de su fea masa y de la cruel aceleración
al centro del mundo
limpian la atmósfera de impurezas
aunque algunos desayunan keroseno
para ser livianos
para contrarrestar
lo inminente
la pérdida en los hormigueros hasta el fundido núcleo

todo es jodida ciencia ficción.

Kontxa

Kontxa

Al levantarme el
día
me dio los buenos
días
en forma de
nubes grises
apantallando
la estrella de la
vida.
Las microondas
calentaron el
café
y la
leche
levemente.
La jornada proseguía
y los planes iban cambiando.
El Calor.
La brújula ya no apuntaba
al iridio
negro
sino a la Contxa,
verde
azul
blanco
amarillo
y el
rosa
de mi piel moteada.
Voces de megafonía ensordecían
la paz de la tarde.
I... y yo a remojo
y G... tendido en la toalla
aburrido,
bajo el
sol débil
del Norte
que apretaba más de lo normal,
jugaba y nos retrataba,
temiendo ser
confundido
con un asaltacunas.
Después en la arena
nos acordabamos del
Ex-yonky,
que no era tan ex,
de los vestidores,
al que pagué,
creemos,
parte de su viaje por galaxias infinitas...
Y luego...
... las patatas.

Stand-by

Stand-by

Sentado en la cama
desnudo
me seco en la ardiente noche corta
mientras estaba liado
en toallas
leía al viejo Bukowski
y pienso que mis poemas
son una mierda.
Si, no soy muy bueno
ni muy malo
mediocre
esa es la palabra.

La televisión está apagada.
No corre ni una brizna de aire.
Círculos concéntricos alrededor
de mi cabeza
peinada por una vez.
Se oyen ruidos y voces
por el patio de luces
ahora en sombras
la música al lado.

Mi consternación está en
stand-by por el momento.
Ya corroerá más tarde.

Junio 2005

Las horas ganadas

Las horas ganadas

Hoy el día empezó
algunas horas antes
de lo normal,
cuando el Sol
no despuntaba
por el horizonte.
Son las horas ganadas.
Cuendo el ritmo
se sincronice
con la vida
con mi vida
a lo mejor las cosas se aclaran.
Son las 9:30 y quizás
hoy viva más
y vegete menos,
aunque los árboles,
las plantas también realicen
vitales funciones.
Llenando el molinillo
con negros granos de café,
escribiendo esto
o charlando
lavida se encauza
por los lechos de la tranquilidad.
Los contadores del sentimiento de culpa
están hoy acero, todavía
pues cumplí con mi cometido.
Ahora espero
con los ojos pesaqdos
a terminar mi mezcla
de leche y café
muy azucarada.
El tiempo se mueve a mi favor
Las velas del día se hinflan,
abiertas por completo
para la travesía
el trayecto por el dulce
lago de la tranquilidad.
Naranjas en la fresquera,
suizos en su caja de cartón,
servilletas en su sitio
y la gente a lo suyo.
Me invitan al café.
Definitivamente esto va bien,
por ahora.

Escrito en la cafetería Menorca en el mes de Marzo de 2005 ( o por ahí).

Rashomon

Rashomon

¿Quieren ustedes leer el relato del que surgió la pelicula de Kurosawa?
Aqui lo tienen Rashomon

Oskar Matzerath y los polvos pica-pica

Oskar Matzerath y los polvos pica-pica

Oscar hace constar que fue María la que, después de una pausa opresiva, tomó la bolsita. Y no sólo esto, sino que arrancó una tirita de papel exactamente allí donde decía: Rómpase aquí. Luego me tendió la bolsita abierta. Esta vez fue Oscar el que rehusó, dando las gracias. María logró ofenderse. En forma decidida dejó la bolsita abierta sobre el albornoz. ¿Qué podría yo hacer más que tomarla y ofrecérsela a María, antes de que llegara a entrarle arena?

Oscar hace constar que fue María la que metió por la apertura de la bolsita y luego lo sacó, manteniéndolo vertical y a la vista: en la yema del dedo veíase algo blancoazulado –el polvo efervescente. Ella me ofreció el dedo. Naturalmente, lo acepté. Y aunque se me subió a la nariz, mi cara logró reflejar deleite. Fue María quien formó un hueco con su mano. Y Oscar no tuvo más remedio que verter algo de polvo en la cuenca sonrosada. Ella no sabía qué hacer con el montoncito. El montículo en su palma le resultaba demasiado nuevo y sorprendente. Entonces me incliné, reuní toda mi saliva, la depuse sobre el polvo efervescente, volví a hacerlo y no me incorporé hasta que ya no me quedaba más saliva.

Sobre la mano de María empezó a sisear y a formarse espuma. Y de repente, el Waldmeister se convirtió en volcán. Aquello empezó a hervir, como la furia verde de no sé qué pueblo. Aquí ocurría algo que María no había visto nunca aún, sin duda, ni había sentido nunca, porque su mano se estremecía, temblaba y quería huir, ya que Waldmeister la mordía, Waldmeister le atravesaba la piel, Waldmeister la excitaba y le daba una sensación, una sensación, una sensación...

Conforme el verde aumentaba, María se iba poniendo colorada, se llevó la mano a la boca, se lamió la palma con la lengua muy afuera, lo que repitió varias veces y en forma tan desesperada, que ya Oscar creía que la lengua no lograba eliminar aquella sensación de Waldmeister, sino que, por el contrario, la aumentaba hasta el punto y aún más allá del punto que normalmente le está fijado a una sensación.

El tambor de Hojalata de Günter Grass

La Taza. Capítulo I

La Taza. Capítulo I

Ricardito Peláez se levantó una mañana más a eso de las diez. El sol brillaba ya por lo alto de los edificios. Como de costumbre se afeitó, se aseó, se hizo el lavado del gato, se puso un batín, costroso y encarnado, y se dispuso a desayunar. Con el pan duro de la cena de anoche se hizo un par de tostadas, duras y resecas, muy quemadas, a las que puso sobrasada ligeramente pasada de fecha. En las noticias de la radio constitución europea hasta en la sopa. Como ya se había acabado el café que preparó hace ya tres días, encendió la hornilla y puso la cafetera, que era para ocho personas, en la lumbre. Es curioso que tuviera una cafetera tan grande, pues a su minúsculo apartamento no iba nunca nadie desde que Frasquito murió hacía ya algunos meses. Cuando se dispuso a beber el líquido, aguado y con tonalidades pardas que había perpetrado, algo extraño pasó y es que por primera vez en su vida encontró bueno el café que había preparado. No le dio demasiada importancia. Pero cuando acabó la tercera taza…

- Ricardo, Ricardo…-escuchó perplejo desde el fondo de la tacita.-
- ¿Quién hay ahí? ¿Quién me llama a estas horas de la mañana? Preguntó mientras miraba detrás de las cortinas y en los cajones. Se sentía muy asustado y realmente tonto.

No comprendía lo que sucedía a su alrededor.

- Aquí, hijo mío, en la taza.

Ricardo miró dentro de la taza y solo vio los posos del café cristalizados por el azúcar. Pero, ¡un momento!, si te fijabas bien, se perfilaba una cara, que cada vez se hacía más nítida. Unos ojos inquisitivos y vivos empezaban a perfilarse, una boca, una gran nariz y una barba larga y tupida. Y además esos ojos lo miraban fijamente.

- Ricardo, yo soy tu padre.

Nuestro asombrado amigo creyó ser como Luke Skywalker por un segundo.

- Ho..Hola papá…

Su padre vivía en Burgo de Osma, era gordo, calvo, gafas de culo de botella y tenía una voz tan chillona que parecía que estaban matando un cerdo cuando hablaba. Nada que ver con la bonita voz como de Constantino Romero que se gastaba el que le había saludado.

- No, Ricardo, no soy tu padre, ese pecador, yo soy tu padre celestial, soy Jesús.
- ¿Cómo que Jesús? mi padre se llama Marciano.

Es una escena realmente ridícula, se dijo Ricardo para sus adentros, estaba en pijama, hablando con una taza que decía que era su padre y con Luis del Olmo como fondo parloteando sobre la constitución europea de las narices.

- Ya te he dicho que no soy tu padre carnal, Ricardo, que soy la luz que ilumina el mundo, el cordero de Dios, el que salvó al endemoniado de Cafarnaum…
- No me entero… ¿entonces donde está mi padre?
- Tu padre de verdad está en Soria, yo soy Jesucristo, hijo encarnado de Dios Padre, uno y trino.
- ¡Ah! Que lo de padre era una metáfora o algo.

No sabemos lo que la omnisciente mente de Jesús pensó en ese momento. Ricardo sospechaba que el anisete que se bebió anoche viendo a la Paula Vázquez en Antena Tres le estaba jugando una mala pasada.

- Hijo, ¿tú eres tonto? Escúchame bien.
- ¿Qué? Te oigo.
- El Apocalipsis descrito por Juan se acerca, y aquellos que en mi nombre hicieron canalladas de todo tipo merecen que el hombre, y después Dios, los castiguemos por el mal que han hecho en el mundo. Tú te ocuparás de lo terrenal y yo en el Día del Juicio Final los condenaré a la vida eterna en las calderas de Pedro Botero.

- Pero, ¿a que te refieres? ¿A los testigos de Jehová o a los moros?

Ricardo miraba con cara de idiota al interior de la taza e intentaba saber.

- No, me refiero a los que basaron su imperio maligno sobre mis enseñanzas. Aquellos que usurparon mi nombre en vano.
- ¡Ah, ya! Los austrohúngaros y esa gente, ¿no?
- ¿Pero que dices, insensato?
- Los del imperio ese, los austrohúngaros. Eran muy malos, ¿no? Hitler y Mussolini y el chino aquel del Japón, que también era del Imperio del Sol Durmiente ese.
- No, eso no tiene nada que ver, me estoy refiriendo a la Iglesia, al Vaticano, a los sacerdotes, a los obispos, ¡al Papa!
- ¡Ah! Bueno, haber empezado por ahí. ¿Y yo, tengo qué hacer algo?

Ricardo le seguía la corriente a la taza vaya que le hiciese algo. Si alguien es capaz de hacer que una taza hablara tenía que ser muy poderoso. Ricardo jamás había pensado ni un instante en sus creencias religiosas. Estaba bautizado, hizo la primera comunión vestido de guardia civil, pero a eso de la confirmación ya no se apuntó por que no le hacían gracia las monjas y las tías que daban catequesis les parecían muy pavas. Siempre con la guitarrita y tal y cual. Feas, con gafas. Y desde ahí nunca se había preocupado por esas cosas. Creía en los fantasmas, en las psicofonías, en las cosas de la parapsicología en general que escuchaba en la radio por las noches, cuando vigilaba la obra donde trabajaba de guardia jurado. Ahora estaba en el paro, por que unos gitanos habían extorsionado a la empresa para que fueran ellos los vigilantes, pero iba de vez en cuando a echar una vistazo por allí, con su compañero Francisco Carretero, Frasquito, al que una noche los gitanos azuzaron un doverman hambriento. Y así se cargaron al pobre Frasquito.

- Tú has de castigar a las personas malas y sus templos. Sus imágenes y sus cepillos. No han de quedar cuando venga yo en cuerpo material para la salvación de los hombres. Han de ser purificados con el fuego salvador y con la palabra. Sal ahí fuera y predica mi enseñanza. Destruid todo lo impuro, todo lo idólatra. Iglesias, personas, monjas, banqueros, todo, destruye todo, todo… todo… todo…
- Se hará según tu palabra. Ricardo no sabe muy bien por que dijo eso, lo había escuchado en un Belén viviente un día y se acordó y le pareció propicio para el trascendental momento.

Little pear in syrup

Little pear in syrup

Dulce perita en dulce
que ya era dulce
antes de ser pera
y dulce cuello de cisne.
Confío en el clavel
que abrirá la margarita,
confío también
en el titanio,
duro metal
en tan tierno lecho.
Tan dulce como
carne de membrillo
fruto de tu amado otoño,
veranillo del membrillo
veranillo de San Miguel
y ten por seguro
que otro Miguel velará
por ti en los sueños,
dulces sueños,
lugar de encuentro
de los amantes lejanos.
Y al despertar
ya habrá pasado todo
y el dulzor
conquistará
los dominios del
dolor
que se desvanecerá
como una mala
pesadilla.
Y adelante
el futuro que te espera

dulce pera.

Para que Alicia tenga una pronta recuperación. Amén

CLOSED

CLOSED

Todo está cerrado
pero el calor se cuela
de todas formas.
La luz es tenue
el despertar lento,
del sueño contado
en los poemas.
Acerca del mundo
no digo nada,
desconozco toda verdad,
no tengo referencias directas
por ahora.
Necesito una ducha
una comida
una película
un libro
y un sueño de nuevo.
A lo mejor
puedo contarlo
otra vez,
en unos versos,
condenándolo
a vivir
para siempre.

Ilustración: Retrato de Josette de Juan Gris

Cartas a Théo

Cartas a Théo

29 de abril de 1890.

Mi querido Théo:

...

También, necesitaré 6 brochas; 6 pinceles de cerda y 7 metros de tela o hasta 10. ¿Qué decirte de estos dos meses pasados? Esto no va muy bien; estoy triste y embrutecido, más de lo que sabría expresar y no sé ya dónde estoy. Como el pedido de colores es un poco cargado, puedes demorar la mitad, si te conviene más. Mientras estaba enfermo, hice aún algunas pequeñas telas de cabezas que verás más tarde, recuerdos del Norte; y ahora, acabo de terminar un rincón de pradera lleno de sol, que yo creo más o menos vigoroso. Lo verás muy pronto. Hazme el favor de rogar al señor Aurier que no escriba más artículos sobre mi pintura; dile con insistencia que, por empezar, sus notas sobre mí se engañan, puesto que realmente me siento demasiado entristecido para poder enfrentarme a la publicidad.

Hacer cuadros me distrae; pero si oigo hablar de ellos, me causa una pena que él no imagina... He caído enfermo en la época en que hacía las flores de almendro. Si hubiera podido continuar trabajando, puedes deducir que hubiera hecho otros árboles en flor. Ahora, ya casi se han terminado los árboles en flor; verdaderamente no tengo suerte. Sí; hay que tratar de salir de aquí, pero ¿dónde ir? No creo que se pueda estar más encerrado y prisionero que en las casas donde no existen normas de libertad, como en Charenton o en Montevergues.

Carta de Vincent van Gogh a su hemano Théo tres meses antes de pegarse un tiro en el pecho.

Calor

Calor

En el fondo el calor se expande.
Las sombras de plantas
cucaracha escalando por la blanca montaña sucia.
La música hace que las mentes cansadas
permanezcan calladas en el mediodía.
Los vasos están vacíos en la mesa
esperando la prístina agua que no llegara.
Ruidos de cacerolas y cucharas de palo.
Dios se ha olvidado de nosotros
porque nosotros ya nos olvidamos de él antes
y la calima, cada vez mayor,
se posa en la superficie
ablandando las células
y desnaturalizando la faz podrida de los campos.
Quiero dormir.

Escudriño la superficie

Escudriño la superficie

Escudriño la superficie,
apenas,
y aún no sé siquiera
si quiero
flanquear la montaña
¿valdrá la pena
o el tiempo será
perdido
en vano?
Los prejuicios de posan
en mi hombro
viejos compañeros
de viaje
los amo como a un enemigo
de los bueno
los odio como a mo mismo
pero saben tanto...
El miedo al cambio
fuerte es
la mente ude tramas,
atajos,
arreteras secundarias
al meollo de las cosas.
Ser sincero es duro
decirlo bien alto,
peor.

Dibujo de Hokusai

poesía

poesía

se
requiere
de mucha
desesperación
insatisfacción
y desilusión
para
escribir
unos
pocos
buenos
poemas.
no es
para
todo mundo
ya sea para
escribirlos

o siquiera para
leerlos

Bukowski

La siesta en el calor

La siesta en el calor

Soñé que capturaba a dos serpientes
y todos se alegraban
daban una fiesta con patatas fritas
y queso.
Durante las celebraciones
me arrastraba por los chinos
por la grava,
dibujaba cosas en un cuaderno
escribía poemas
pero creo que ese ya es
otro sueño.
Había enormes escaleras de caracol
muchos pisos abandonados
polvo en los pasillos
íbamos a una casa cuidada
miraban mis dibujos
eran en tinta china sepia
los poemas eran repeticiones de palabras.
Libros dedicados,
tortillas
arroz
insectos y serpientes.
La siesta en el calor
eso ha sido.